lunes, 10 de agosto de 2009

Gritaba asustada, por la calle no se oía nada. Un silencio aterrador, la obligó a pedir perdón.
Estaba sola y desalmada. Había perdido el color que la iluminaba. Ya estaba opaca, abandonada. Todos la miraban por su cara de asombrada, y espantada, olía a temor. Había llegado de lejos perdiendo el control. No escapaba, sólo buscaba un alma que la ayudara. Estaba anonadada, no esperaba lo que pasaba. No esperaba nada. Estaba angustiada, ya se sentía alejada de haber sido amada. Impactaba, su sorpresiva angustia, impactaba.
De desesperación al suelo se aferraba, gritaba, no perdonaba. Aclamaba por su alma, sólo se desahogaba. Aullaba, sacaba su pena del alma, gritaba. Todos la miraban. La observaban. Ella seguía angustiada. No paraba. Nada la calmaba.
Era lógico, ya nadie la deseaba.

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